miércoles, 18 de enero de 2012

Ellis Islan

Merece la pena visitar, aunque sea una vez en la vida, Nueva York. Es curioso, porque en el fondo ya hemos estado allí, aun cuando ni siquiera hemos puesto un pie en la isla, o por lo menos esa fue la sensación que tuve al mirar por la ventanilla cuando el avión estaba aterrizando, y que volví a tener en múltiples momentos de mi estancia en la isla. Pero no!, no quiero hablar hoy del Nueva York turístico que sale en cines, series, fotos... quiero hablaros de mi Nueva York. Cuando tenía 15 años, recuerdo perfectamente que recorté una foto de la Gran Manzana que venía en un periódico de tirada nacional, era una oferta de viaje de una agencia, y recuerdo que pensé, AHÍ TENGO QUE IR YO!!!, lo colgué en mi súper corcho (no habéis tenido un cuadro- corcho en la habitación??), y empecé a hacer mis planes de vida allí, claro que después fue la misma vida real, la que me hizo poner los pies en la tierra y comenzar a tener otras expectativas.


Al cabo de muuuuchos años cuando estaba en Alemania, visitando a mi tío Baltasar, me comentó que mi bisabuelo había sido un emigrante en Nueva York, que después de salir de España y aterrizar en Cuba, mi bisabuela le había pedido que marcharan a Nueva York en busca de trabajo y que allí fueron, estuvieron dos o tres años trabajando y engendraron a mi abuela que ya nació en España, en Sanabria... pero todo esto ya es otro tema... El caso que me di cuenta que en el fondo era el destino quien me llevaba a esa ciudad y que mejor que pasar en ella mi luna de miel, bueno nuestra luna de miel... ya que no fui sola :D.


Y diréis, bueno vale y???, pues bien la Isla de Ellis, es la isla en la cual entraban todos los inmigrantes que llegaban en busca de una vida mejor a Nueva York, ahora cuando vienen a España llegan a la T4, o mejor dicho, antes llegaban a la T4, ahora salen de ella...


Os voy a pedir que os imaginéis por un momento, Nueva York, un noviembre frio de 1922, concretamente un día 17, en plena llegada de la denominada "Gran emigración ", en la época de los sombreros  croché, y de los abrigos largos, en la época en la que se estaban empezando a construir los rascacielos de la Gran Manzana; Miguel, Epifanía, Francisco y Esperanza dejan Nuevitas su  ciudad de adopción en Cuba para embarcarse otra vez en su búsqueda de la felicidad, lo primero que se encuentran nada más entrar es la Estatua de la libertad, después justo al lado de la isla donde está la estatua pueden ver la isla de Ellis, lugar donde les va a dejar el barco, en la Isla solo están las casas de los trabajadores de la Isla, y una especie de nave donde meten a todos los inmigrantes que han llegado, allí esperan en la parte de abajo, lugar en donde todavía hoy hace frio, para que horas después les vayan subiendo a las habitaciones de arriba, donde en una sala se tienen que desnudar  para hacerles un reconocimiento médico, en otra les hacen preguntas para valorar si tienen enfermedad mental, en otra declaran el dinero con el que entran al país, en otra... en otra ya por fin solo les queda pensar en el sueño americano...


En fin, a mi sinceramente fue uno de los sitios con más historia de Nueva York, porque no recoge la obra de un gran político, o de un gran arquitecto,... sino la de mil pequeñas grandes historias que hacen que cualquier lugar del mundo tenga sentido. En las salas de Ellis puedes buscar información sobre algún familiar que entrara vía barco en esos años, de echo yo pude encontrar el domicilio donde vivió mi bisabuelo y fue una sensación increíble poder ver su casa, aunque fuera por fuera... por dentro ya me la imagino yo. Mucha gente lo visita de pasada, ya que con el ticket de visita a la Estatua de la libertad viene incluida esta visita, no la paséis por alto... además las vistas de la Gran Manzana desde la Isla son espectaculares.


Lo dicho... New York, Neeeew York!